PSICÓLOGA
MARIA PAZ MURARO de Peñalolén
Publicación: MARTES 01 de Abril, 2014
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Las últimas noticias sobre meteorología anuncian un invierno frío y lluvioso en gran parte de la zona central de Chile, esto me hace pensar en que a pocas personas les agradan los meses de otoño e invierno; ¿Por qué será que preferimos los meses de verano?, hay múltiples respuestas, la más obvia es que la temperatura resulta muy agradable para salir de la casa, pasear, caminar por un parque o la playa, el sol nos invita a relajarnos, además con frecuencia las vacaciones se programan en estos meses, pero también podemos encontrar que la luz solar nos activa, nos entrega más “energía” y con ello mejora el humor y se ven favorecidas las relaciones interpersonales.
Existe un consenso en que la falta de exposición a la luz solar provoca alteraciones en el funcionamiento cerebral, por ende la disminución de esta luz natural en los meses fríos aumenta la probabilidad de que una persona desarrolle un cuadro depresivo, el cual remite o mejora considerablemente al terminar el invierno y comenzar la primavera. A este fenómeno se le ha llamado Trastorno Afectivo Estacional (TAE), el cual se caracteriza fundamentalmente por sentimientos de desesperanza, disminución de la energía y de la concentración, pérdida de interés en el trabajo y en otras actividades cotidianas, tendencia al aislamiento, sentimientos de tristeza o bien de irritabilidad, además de aumento de peso producto del aumento del apetito y del aumento del sueño (contrarios a lo que sucede en la mayoría de las depresiones, donde prima la disminución del apetito y de las horas de sueño)
Del mismo modo que otras formas de trastornos afectivos estos síntomas pueden desencadenar que la persona se aísle completamente de otros y se vea dificultado su pedido de auxilio, si sumamos el hecho de que muchas veces las personas no saben qué les sucede o porqué se están sintiendo tan mal emocional y físicamente.
Este trastorno pueden sufrirlo desde niños hasta adultos, sin embargo es más común mujeres jóvenes entre los 20 y 45 años de edad, dadas las condiciones hormonales, tendencia a cursar cuadros depresivos, estrés laboral, se añade la sensibilidad a esta progresiva “oscuridad” diurna, en especial en aquellas mujeres con tendencia a desarrollar cuadros depresivos el resto del año. Muchas no saben qué les sucede o porqué se sienten solas, tristes y desganadas, ya que aumenta en cansancio y la somnolencia, bajando la productividad laboral o el rendimiento en los estudios. Debido a esto es importante comenzar a notar los cambios que van ocurriendo entrando el otoño y los días nublados.
Algunas mujeres han desarrollado este cuadro por años sin lograr asociar la fase del año en que ocurre. Por ello un primer paso es comenzar a tomar conciencia acerca de la frecuencia del episodio, la duración (ya que suele remitir como decíamos con la llegada de la primavera) y chequear los síntomas físicos y psicológicos. Con esto tendremos un panorama más claro acerca de lo que puede estar sucediendo.
Como otros trastornos del área emocional es importante consultar cuando los síntomas se vuelven severos (es decir tan intensos que no permiten el desenvolvimiento diario) o crónicos (se mantienen a pesar de ya haber concluido el invierno) ya que de este modo se podrá controlar el problema y dar una solución. La psicoterapia es el tratamiento más indicado en estas patologías, con la idea de trabajar sobre los sentimientos y pensamientos del orden negativo, promover estrategias de enfrentamiento, además de proveer de un mejor entendimiento del trastorno lo cual alivia psicológicamente el sufrimiento. En algunos casos es también necesaria la administración de medicamentos específicos, antidepresivos regularmente.
Si de alguna u otra forma te sientes identificada con estos síntomas, una forma de disminuir la intensidad de la enfermedad es que previo al comienzo del otoño, procures desarrollar una alimentación sana y equilibrada, exponerte a la luz solar en las horas medias del día, es decir, en las horas de mayor claridad, dar un paseo ya sea caminando o en bicicleta, puedes salir con tu hijo, tu pareja, una mascota o simplemente hacer algo de ejercicio, lo cual está comprobado fomenta una buena salud mental, también procura descansar las horas suficientes de sueño, con un hábito al dormir, y por último pide ayuda a tu familia, intenta no aislarte del mundo, conversa y explica qué sientes, son los más cercanos quienes siempre estarán apoyándote.
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